Las recientes acciones militares de Estados Unidos dirigidas a las principales instalaciones nucleares de Irán se producen en un contexto delicado para la economía global. La respuesta del régimen islámico será crucial para determinar el rumbo de la situación. Según informes de organizaciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, las proyecciones de crecimiento mundial se han visto rebajadas en los últimos meses. Un aumento significativo en los precios del petróleo o del gas natural, junto con posibles interrupciones en el comercio, podrían frenar aún más la recuperación económica mundial.

Perspectivas de un conflicto escalonado

“La manera en que Teherán reaccione será determinante. Este ataque probablemente marca el inicio de un aumento en las tensiones”, afirmaron analistas de Bloomberg Economics, encabezados por Ziad Daoud. Señalaron que un conflicto prolongado podría acarrear precios del petróleo más altos, lo que a su vez podría impulsar la inflación.

Impacto en las tarifas e inflación

A medida que aumentan los riesgos geopolíticos, se anticipa también un posible incremento en los aranceles, ya que las suspensiones de las tarifas impuestas por el presidente Donald Trump están a punto de finalizar. Un conflicto prolongado en Oriente Medio podría provocar un aumento drástico en los precios del petróleo.

Reacciones del mercado tras el ataque

Después del ataque estadounidense, un producto derivado que permite a los inversionistas especular sobre las fluctuaciones del precio del crudo experimentó un aumento del 8.8% en los mercados. Si esta tendencia se mantiene, se proyecta que los futuros del crudo WTI abran cerca de $80 por barril.

Opciones de respuesta iraní

Las declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, destacan la gravedad de la situación. Calificó los ataques estadounidenses de “ridículos” y señaló que Irán considerará todas las opciones para defender su soberanía. Bloomberg Economics identifica tres posibles respuestas por parte de Irán:

• Atacar a personal y activos estadounidenses en la región.
• Dirigir ataques contra la infraestructura energética regional.
• Cerrar el estrecho de Ormuz utilizando minas submarinas o acosando a los barcos que transitan por allí.

Consecuencias globales potenciales

En un escenario extremo donde se cierre el estrecho de Ormuz, los precios del crudo podrían superar los $130 por barril, lo que elevaría la inflación en Estados Unidos y podría retrasar los recortes de tasas por parte de la Reserva Federal. Este estrecho es crucial, ya que alrededor del 20% del suministro diario de petróleo del mundo transita por esta vía.

Repercusiones en el mercado energético

Aunque Estados Unidos es un exportador neto de petróleo, un aumento en los precios del crudo representaría un desafío adicional para su economía. La Reserva Federal ajustó recientemente sus proyecciones de crecimiento para este año a un 1.4%, una baja respecto al 1.7% anterior.

China, siendo el mayor comprador de petróleo iraní, sería uno de los países más afectados por cualquier interrupción en el flujo de petróleo, aunque sus reservas actuales podrían mitigar el impacto inmediato.

La interrupción del tráfico marítimo en el estrecho de Ormuz también afectaría gravemente al mercado global de gas natural licuado (GNL). Catar, que representa cerca del 20% del comercio global de GNL, depende de esta ruta para sus exportaciones y no tiene rutas alternativas, lo que podría provocar un aumento significativo en los precios del gas en Europa.

Perspectivas futuras

A pesar de las preocupaciones sobre posibles interrupciones en el suministro, los miembros de OPEP+, liderados por Arabia Saudita, mantienen reservas que podrían activarse. Además, la Agencia Internacional de Energía podría coordinar la liberación de reservas de emergencia para estabilizar los precios.

Las tensiones en Oriente Medio representan otro golpe adverso para una economía global ya débil. Un aumento en los precios del petróleo y la inflación asociada presentan un desafío considerable para los bancos centrales, según Ben May, director de macroeconomía global en Oxford Economics.